Brisas de un nuevo Ritual en la isla de los ‘dimonis’

Texto y foto: Sebastián Cerutti (sebastian.cerutti.ph). Con un repertorio repleto de clásicos de Los Piojos, Ciro (y los Persas) hizo vibrar a más de 800 fanáticos que agotaron entradas por tercer año consecutivo en Es Gremi. Crónica de una noche vibrante en vísperas del ansiado reencuentro después de 15 años de espera.

Un sol fatigado se desploma a espaldas de la Sierra de Tramuntana. Cae aprisa sobre el Mar Mediterráneo. En sus suaves rayos comienza a esfumarse el verano y, en su ocaso, una nueva temporada se despide entre hoteles con plena ocupación y el déficit habitacional de los residentes. En esa ambigüedad transita sus días Mallorca, marcada a piel entre la cristiandad encarnizada en las elaboradas procesiones de Semana Santa y el culto atávico de sus dimonis.

Quizás sea un preámbulo algo extenso, sin siquiera un acorde sobrevolando entre líneas, y hasta pueda sonar algo desafinado en una crónica de un recital de rock. Pero resulta que este show pudo ser días atrás en Roma, Barcelona o Madrid… o bien, en las fechas subsiguientes en Málaga, Bilbao o Ibiza. Pero no, la cita tenía que darse en la ambivalente Mallorca, con sus paradojas y contradicciones, para que Andrés “Ciro” Martínez se imponga frente a los embates de comunicados cruzados por la ausencia de “Micky” Rodríguez en el retorno de Los Piojos y del inconformismo por las fallas en venta de entradas para los Rituales de fin de año.

Pasadas las 21:15, Ciro se adueñó del escenario como si nada pasara y, con un repertorio implacable y plagado de clásicos piojosos, hizo vibrar a más de 800 fanáticos que agotaron entradas por tercer año consecutivo en Es Gremi Centre Musical. “Banda de Garage”, como un cumplido ineludible a los 15 años de formación de Los Persas, se esfumó raudamente en el albor de la noche ante la tríada enérgica compuesta por “Desde lejos no se ve”, “María y José” y “Civilización”. Un nuevo ritual está en marcha y, a más de 10.000 kilómetros de distancia, se empieza a sentir lo que se vivirá en diciembre en el Estadio Diego Armando Maradona de La Plata.

Sin titubear, con el aplomo de un probado líder en mil batallas, Ciro despliega destreza sobre la escena: es un showman que traspasa lo musical y que, con dotes artísticos y hasta teatrales, exprime al máximo su capacidad de brindar espectáculo. Canta y baila en cada vértice con una intensidad vigorosa que enmascara sus ya 56 años y se compromete con la misma motivación que pudo haber significado ser banda soporte en la antesala de un show de los Rolling Stones.

Fiel a su estilo, y a pesar de tratarse una producción estándar e itinerante, saber usufructuar al máximo la puesta de las pantallas y la iluminación del escenario. Quizás haya sido en “Caminando” donde fusionó todos los recursos a la máxima expresión: su andar galopante al ritmo del bombo y espejado en las imágenes transmutó en su rostro encandilado por unos reflectores rojos que dotaron de dramatismo su rol de predicador del ocaso del tema acorralado por bufones, bailarinas y bichos dantescos.

Pero, por sobre todas las cosas, Ciro tiene el carisma de interactuar, interpelar y hacer partícipe al público, incluso improvisando juegos en covers inusuales y extravagantes como fue la “Marcha de San Lorenzo” interpretada en una cadencia como si fuera una tarantela y “Juana Arzurduy” -popularizada por Mercedes Sosa- con tarareos cambiantes gestando un espiral interminable en el que confluían la voz principal, la reverberación y las respuestas desde el campo.

En algún intervalo, quizás alentado por la intimidad propia de un recinto más pequeño, también se permite contar alguna que otra anécdota y combina “El ocaso de los Dioses” de Friedrich Nietzsche con las abdominales de Javier “Pupi” Zanetti para recrear su enamoramiento de una joven colorada en Babilonia, aquel viejo depósito de bananas en el Abasto que se convirtió en escena del undergraund a comienzos de los ´90. La historia, más allá de los divagues, concluye con “Insisto” como el final de una extensa zaga de canciones (Te diría”, “Y que más”, “Que decís”, “Gris” y “Olvidate”) inspirados en el mismo romance prohibido y clandestino.

La noche se desanda a ritmo frenético y los temas empiezan a caerse de la lista con la misma velocidad con la que el calor se adueña de la sala. La devoción por los clásicos de Los Piojos como “Pistolas”, “Tan Solo”, “Verano del 92”, “Como Alí”, “Pacífico” y “Ruleta” se intercalan con el fervor -casi equivalente- de los hits de la etapa solista de los Persas como “Vas a bailar”, “Antes y después”, “Mírenla” y “Me gusta”.

“Tiempo de aguantar”, acompañado de imágenes en primer plano de Leo Messi y de cada gol del seleccionado campeón en Qatar 2022, sirve de preludio para un desenlace inexorable luego de varios amagues. Se avecina el final de un nuevo Ritual: los demonis siguen danzando alrededor de la hoguera de melodías piojosas y el ardor resplandece en la oscuridad de la noche como la aurora boreal que sorprendió en mayo a los habitantes de Felanitx. “El Farolito” y “Astros”, quizás la insignia de cada etapa de su carrera como compositor -en grupo y solista-, se acoplan para el cierre de un show emotivo y vibrante, acalorado y chispeante, tras dos horas y media a puro ritmo.

Entre aplausos y brazos en alto para la última selfie, Ciro se despide interpretando el himno nacional en su armónica y el público empieza a separarse por las calles de Son Castelló al trillado grito de la versión mundialista de “Muchachos”. El fuego aún arde como desde el inicio de los tiempos; impredecible, cambiante y temido ha dotado de magia y misterio a los Rituales. Los demonios lo han perseguido, al son de los tambores y de bailes macabros. Siglos después, como si fuera un correfoc en las fiestas de Sant Sebastià, una pareja ya atraviesa Son Oliva a paso agitado con dirección a la estación Intermodal en busca del último bus de la noche: el fuego esta vez lo llevan dentro, con el espíritu fortalecido tras su reencuentro con lo tribal, con lo primitivo de su juventud. Es el reencuentro más esperado, el que se avecina: es sentir, es buscar, es volver.